El tiempo.
No hay cosa más valiosa que el tiempo. Dicen que ahora dura menos que antes. Yo no creo eso. Lo que sí es que ahora estamos tan atareados y tan enfrascados en explotarlo al máximo, en la búsqueda infinita de producción, que se nos pasa más rápido. Pero el tiempo es el mismo, hoy mañana, y ayer. ¿Cuántas veces al día se detiene usted a tomar un minuto de su tiempo para su propia paz, tranquilidad o meditación? Por lo regular desde que abrimos los ojos por la mañana y hasta que los volvemos a cerrar para dormir por la noche, ya estamos con una lista infinita de deberes y actividades agendadas, las cuales debemos cumplir en forma, según, para ser responsables y provechosos. Pero, ¿acaso no sería mucho más provechoso, dedicarnos tiempo a nosotros mismos mas seguido?. ¿Somos felices vendiendo nuestro tiempo a otros y no invirtiéndolo en actividades que nos puedan beneficiar como seres humanos autorealizables? Las jornadas de trabajo van desde 4, 6, 8, o hasta 12 horas. Pasamos en el tráfico por lo menos 2, y se supone que debemos dormir 8, ahí ya matamos, 22 horas de nuestro día, nos sobran 2, que seguramente dedicamos a la familia, los hijos, la pareja o los amigos. ¿Y nosotros?
En mis clases de oratoria, recomiendo mucho que ocupen un buen espacio de su tiempo, en mirarse al espejo, porque a veces ni eso hacemos. Lo pido en la búsqueda de reconocimiento propio, intentando detener a mis alumnos un momento para observarse, analizarse y autovalorarse.
Necesitamos nuestro tiempo, aunque sea chiquito, para decirnos cosas bonitas, para analizar nuestras acciones, para recapitular y establecer objetivos propios, para invertir en nuestro crecimiento. Tómese un té o y un café consigo mismo, lea, haga deporte, váyase al cine a ver su película favorita, sin tener que ver algo solo por complacer a otros, trabaje en lo que lo haga feliz. Quizá es mucho más sano, trabajar en lo que le guste, sin ganar demasiado, pero ganando para sí.
Edúquese, capacítese, aprenda algo nuevo todos los días, aumente su banco de información, por el puro placer de ser mejor persona. Deje de abaratar su tiempo, vendiéndoselo a otro, y quizá pueda darse la oportunidad de disfrutarlo y aprovecharlo solo para usted.
El tiempo vale oro, dicen. Yo creo que su valor es incalculable.
En mis clases de oratoria, recomiendo mucho que ocupen un buen espacio de su tiempo, en mirarse al espejo, porque a veces ni eso hacemos. Lo pido en la búsqueda de reconocimiento propio, intentando detener a mis alumnos un momento para observarse, analizarse y autovalorarse.
Necesitamos nuestro tiempo, aunque sea chiquito, para decirnos cosas bonitas, para analizar nuestras acciones, para recapitular y establecer objetivos propios, para invertir en nuestro crecimiento. Tómese un té o y un café consigo mismo, lea, haga deporte, váyase al cine a ver su película favorita, sin tener que ver algo solo por complacer a otros, trabaje en lo que lo haga feliz. Quizá es mucho más sano, trabajar en lo que le guste, sin ganar demasiado, pero ganando para sí.
Edúquese, capacítese, aprenda algo nuevo todos los días, aumente su banco de información, por el puro placer de ser mejor persona. Deje de abaratar su tiempo, vendiéndoselo a otro, y quizá pueda darse la oportunidad de disfrutarlo y aprovecharlo solo para usted.
El tiempo vale oro, dicen. Yo creo que su valor es incalculable.
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